Vendí mi alma.
La vendí, la regalé, me la robaron y traté de quemar lo poco que me quedaba.
Vendí mi alma y no fue al diablo,
la vendí en partes que ya le pertenece a tantos, como una esperanza rota que se reparte entre manos vacías,
algunos me la quisieron devolver pero eso es como pedir separar el café de la leche después de haberlo puesto junto en la taza,
otros me pagaron mucho menos de su valor pero fui yo quien aceptó ese precio,
también me la han robado tan bruscamente como quien arranca una flor de su raíz, sin piedad, sin compasión,
y en muchas otras yo la regalé queriendo despojarme de ella.
Vendí mi alma porque yo no sabía cuidarla,
creí que otras manos la podrían reparar cuando lo que han hecho es tratarla como al juguete de su enemigo cuando eran niños,
creí que otros cuerpos la contendrían cuando estuviera apunto de desbordarse pero solo la han alejado de toda forma de vida llevándola al más grande de los desiertos.
Vendí mi alma porque su vacío es tan grande y solo escucho el eco de las ausencias de quien alguna vez paso por aquí,
la vendí porque viene con muchos acertijos que no he logrado resolver y yo ya no sé que hacer con tanta duda que me inunda pero no ahoga,
la vendí porque su manera de ganar es haciendo que mi ego pierda y yo no he sabido como acomodarme en la derrota, una derrota que anuncia una victoria silenciosa.
Vendida, regalada, robada, prestada pero ¿cuando fue que se fue?, me di cuenta de la ausencia con la sensación que dejó de que nunca estuvo del todo,
haciendo memoria vendí mi alma la vez que dije que “sí” cuando era un “no”,
la vendí cuando me quedé callada y no dije lo que realmente opinaba,
cuando permití que pasaran sobre mí a toda costa sirviendo de tapete,
y también la vez que elegí el camino del miedo en vez del amor,
vendí mi alma a cambio de reconocimiento.
Vendí mi alma y me encontré con una puerta que no había visto antes, he ido curiosa a ver lo que hay del otro lado de esa puerta y he descubierto un gran vacío. Me decepcionó descubrir que la ganancia de venderme fue la oscuridad, me enojé tanto que decidí verla como algo ajeno a mí que pasa de largo.
Pero haber exprimido mi alma despertó un tipo de valentía que no había conocido antes, la valentía me llevó a mirar con los ojos bien abiertos a la puerta hasta llegar al primer escalón, entonces empezó el descenso hacia las profundidades misteriosas.
Todo dentro es tan desconocido que me ha dado miedo, un tipo de miedo que no creí volver a sentir desde que me quedé sin alma por primera vez. El miedo me abraza en silencio, como una niebla espesa que se cuela por mis venas. Mis pensamientos se hacen eco de lo incierto, mientras una fría corriente recorre mi cuerpo, dejándome inmóvil ante lo invisible.
Cada paso en la oscuridad es un juego de azar.
-¿Dónde está la luz de mi alma?. Grito pero no hay oídos que puedan escucharlo.
Me rindo ante el misterio, entregándome al abrazo del cansancio.
Y en el silencio de la oscuridad, se escucha una voz como si proviniera de la naturaleza misma.
“No puedes vender algo de donde estás dentro. La oscuridad forma parte de tu Alma, lo que vendiste fueron partes de ti que provenían de las expectativas que otros tenían de ti, las hiciste tan tuyas, cosiste tus propia heridas haciendo que todas fueran una y lo pusiste justo encima de la puerta con acceso directo a tu verdadera alma. Es más cómodo tapar lo desconocido con algo que ya conoces. Es más cómodo creer que alguien te ha atacado que viajar a tus profundidades para que veas los ojos de quién verdaderamente eres.
Tu alma es inseparable a ti, es la memoria de lo perdido y lo encontrado.
El alma es una fuente renovable, inagotable, como un océano sin orillas, un fuego eterno.
Vendiste aquellos pedazos de tu alma que fueron víctimas de tu propia violencia, abuso y rechazo porque no podías lidiar con ello. Preferible deshacerse de aquello que tratar de entenderlo. Preferible perpetuar esos mismos comportamientos que tratar de pararlo.
Hasta que un día, te quedaste sin más que ofrecer, diste todo, te vaciaste, te vendiste completa, abusaste de ti hasta prostituir tu alma.
El alma viene con acertijos que la mente humana no es capaz de descifrar
y la solución llega cuando te rindes dejando que gane la calma sobre la duda.
En la oscuridad recargas de sabiduría para caminar en el laberinto, sintiendo como algo más grande se apodera de ti y te va llevando a dar los pasos correctos.”
Vendí mi alma,
la regalé,
la incendié queriendo que todo fuera cenizas
pero en ella solo vive un fuego suave que arde sin consumir,
una energía que fluye en cada rincón de la existencia,
iluminando los oscuros rincones del corazón.
Vendí mi alma y ella me respondió con el suspiro de la vida misma,
dejó el eco de lo divino que habita en todos los seres
y en su ausencia me enseñó el amor incondicional.
Vendí mi alma y no le quedó más que abrazar mi fragilidad humana,
me quedé vacía,
respiré
y la sentí,
en el profundo manantial de mi existir,
trayendo consigo la promesa de algo nuevo.
Desde la voz del profundo manantial donde habita el alma, desde acá te escribo.
-Paola AG.